VIDAS PASADAS ---VIEJO OESTE- (siglo XIX) parte 1-1
VIEJO OESTE- (siglo XIX) parte 1-1
Me llamo Orra y nací en el Salvaje Oeste a finales del siglo XIX, entre los años 1831 y 1890. En un pueblecito durante la expansión de los Estados Unidos, hacia la Costa del Océano Pacifico. Hoy en día llamado pueblo fantasma. Yo vivía en el fuerte, pues mi mama murió y me vi abrigada estar con mi papa. Mi padre se llamaba William Frederick por aquello entonces era un famoso promotor de un espectáculo teatral, pero a morir mi mama decidió venirse al fuerte, ya que yo era pequeña y aparte le ofrecieron un puesto de trabajo en el ejercito de la Unión. A mi padre le gustaba cazar búfalos, de ahí viene su nombre Buffalo Bill, le gustaba mucho ir con su amigo nativo llamado Toro Sentado. Toro tenía dos hijos, yo me hice muy amiga de uno de ellos, Pie de cuervo, no sé porque, me resultaba conocido, hicimos muy buenas ligas. Fuimos creciendo y con ella nuestra amistad, de vez en cuando solíamos vernos, a veces nos veíamos en las puertas del fuerte, otras iban las mujeres al lago y nos encontrábamos allí. Fueron unos años donde tengo muchos recuerdos agradables. En aquellos tiempos todo el mudo sabia cabalgar, los caballos eran señal de prestigió y riqueza, de una gran belleza, daba gusto verlos y eran unos grandes compañeros de viaje y de grandes hazañas. A mí me gustaba mucho uno negro que cabalgaba mi amigo, le llamaban; trueno, su cola era larguísima, llevaba un adorno al final, donde el pelo de la cola iba recogido, me gustaba verlo correr a galope. Un día le pedí si me podía enseñar a montarlo, al principio daba un poco de miedo, pero después una vez que le cogí confianza al caballo, sentía como que solo éramos uno, cada vez deseaba mas estar a galope y volar. Su mirada siempre la veías segura, mirando al frente, su cola casi siempre la llevaba levantada, sus patas siempre daba pasos firmes, cuando estaba así daba gusto mirarlo y incluso subirse a su lomo y dejarse llevar por él. Me gustaba poner los brazos rectos en horizontal, cerrar los ojos y imaginarme que volaba entre las nubes, mientras iba a galope, era tal la paz y tranquilidad que trasmitía, junto con un gran subidón de adrenalina, que el día que no lo montaba , era como que me faltaba el aire. Cuando le hablabas sabía quien era cada uno. Era como si conociera cada voz de la persona que está a su lado. Negro me hablaba, me entendía, me conocía. A veces sus movimientos de cabeza parecía como que me respondía a lo que le decía al oído. Un día mi padre se enfado con Pie, mi amigo, pues caí del caballo y estuve muy enferma, yo diría casi a la muerte, púes estuve varios días sin despertad, en este momento yo diría que estuve en coma. Ahora pensando en frio, negro con sus movimientos de cola, orejas, cabeza y patas, me estaba avisando de que no quería tirar por ay, de que había peligro en aquella zona. Yo siendo inexperta, no preste atención y casi por ser despistada pierdo la vida. Mi padre me hizo prometer no coger un caballo mas, mientras no estuviera el conmigo. Estando en la cama enferma, vino Pie a verme varias veces, yo estando dormida, pero escuchaba todo lo que decían. Al escuchar la voz de mi amigo me vino una imagen de vikingo, donde yo estaba en una guerra con una espada atravesada y Pie de Cuervo llorando sosteniendo mi cabeza, gritaba, chillaba, y me prometía que nos volveríamos a ver. No entendía lo que veía, solo que quería despertad y abrazarlo, para que dejara de llorar y gritar. Sé que no era él, aunque para mi, fuera tan real. En lo más profundo de mis adentros sentía que era Pie. Cuando desperté mi papa me dijo que estuve 3 días sin despertad, y que Pie estaba muy preocupado, se sentía culpable de lo ocurrido. En los días siguientes de mi despertad, cuando pude levantarme, encontrándome mejor le pedí a mi padre que me dejara subir al caballo con Pie, mi padre cedió, no sin antes prometerle que no subiría sola. Estando galopando junto con mi amigo, estando cerca, detrás del, abrazándolo por detrás sentí como que lo conocía, como que para mí era muy especial, el me sujetaba la mano, notaba una química, como nunca antes sentí. Otro día estábamos hablando y sin darme cuenta me beso en la boca. Sus ojos estaban muy brillantes, desprendía mucha ternura, su mano me toco la mejilla y me acaricio el pelo. En ese momento Pie me dijo ;Orra, ¿a ti te pasa como a mí? cuando estoy contigo, es como que el mudo desaparece y solo estamos tu y yo, da la sensación de que nadie, ni nada está alrededor nuestra.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales